Hablando con Rafa Castaño, Fisioterapeuta de nuestro Club, le comentaba que me había impresionado este artículo y que me gustaría publicarlo en nuestro pequeño blog. Rafa gran amigo de Victor lo llamó y nos dió la autorización. Espero que os guste a todos.
NADA TERMINA HASTA QUE TU SIENTES QUE TERMINA
A muchos les sonará esta frase. Viene en la cartelera de la película “Rocky Balboa” y hace referencia a que un viejo boxeador como Rocky decide volver al cuadrilátero porque siente esa llamada, porque sabe que de él puede salir aún algo grande, sin importar la edad. No puede dar por terminado un ciclo porque él aún no lo siente. Dice que él es boxeador y que lo era con 20 años y lo será con 70 , con 80 ,…. Uno nace y también muere siendo algo y para eso nunca hay un fin.
Eso mismo me sucede a mí. He pasado casi dos años que no se los deseo a nadie. Estaba en la cima (de hecho la última carrera que hice fue la Media Maratón Isla de la Cartuja en Sevilla donde logré la victoria), y de repente me vi en lo más bajo. Molestias en la rodilla me obligan a pasar por quirófano. Y lo que era presumiblemente una intervención sencilla se complicó enormemente con una hemorragia interna que hizo que temiera incluso por mi pierna. Por supuesto que si en mi trabajo trato de inculcar a mis deportistas espíritu de sacrificio y de superación yo no podía hacer menos y me dediqué en cuerpo y alma a la rehabilitación. Seis horas diarias entre gimnasio, piscina, rehabilitación en clínica, … hicieron que sorprendiera a más de un médico que no pensaba jamás que iba a recuperarme de tal modo y en ese tiempo. Ello tras meses de infinito dolor tanto físico como emocional, viéndome limitado por unas muletas y llorando como un niño cada vez que veía a alguien correr, bien por la calle, bien por la televisión.
Logré caminar primero, trotar después y comencé incluso a correr y pensar en que mi vuelta llegaría. Pero de nuevo el infortunio, el mazazo. El 1 de enero de este 2007 (¡Vaya forma de comenzar el año!) me fracturé el calcáneo. ¿Consecuencias? 6 meses de nuevo el dique seco. 6 meses en los que se te pasa de todo por la cabeza, diciéndote en mil ocasiones que esto ya es lo definitivo. Que no merece la pena seguir así y que lo que hay que hacer es recuperarse y hacer algo de deporte-salud.
A muchos les sonará esta frase. Viene en la cartelera de la película “Rocky Balboa” y hace referencia a que un viejo boxeador como Rocky decide volver al cuadrilátero porque siente esa llamada, porque sabe que de él puede salir aún algo grande, sin importar la edad. No puede dar por terminado un ciclo porque él aún no lo siente. Dice que él es boxeador y que lo era con 20 años y lo será con 70 , con 80 ,…. Uno nace y también muere siendo algo y para eso nunca hay un fin.
Eso mismo me sucede a mí. He pasado casi dos años que no se los deseo a nadie. Estaba en la cima (de hecho la última carrera que hice fue la Media Maratón Isla de la Cartuja en Sevilla donde logré la victoria), y de repente me vi en lo más bajo. Molestias en la rodilla me obligan a pasar por quirófano. Y lo que era presumiblemente una intervención sencilla se complicó enormemente con una hemorragia interna que hizo que temiera incluso por mi pierna. Por supuesto que si en mi trabajo trato de inculcar a mis deportistas espíritu de sacrificio y de superación yo no podía hacer menos y me dediqué en cuerpo y alma a la rehabilitación. Seis horas diarias entre gimnasio, piscina, rehabilitación en clínica, … hicieron que sorprendiera a más de un médico que no pensaba jamás que iba a recuperarme de tal modo y en ese tiempo. Ello tras meses de infinito dolor tanto físico como emocional, viéndome limitado por unas muletas y llorando como un niño cada vez que veía a alguien correr, bien por la calle, bien por la televisión.
Logré caminar primero, trotar después y comencé incluso a correr y pensar en que mi vuelta llegaría. Pero de nuevo el infortunio, el mazazo. El 1 de enero de este 2007 (¡Vaya forma de comenzar el año!) me fracturé el calcáneo. ¿Consecuencias? 6 meses de nuevo el dique seco. 6 meses en los que se te pasa de todo por la cabeza, diciéndote en mil ocasiones que esto ya es lo definitivo. Que no merece la pena seguir así y que lo que hay que hacer es recuperarse y hacer algo de deporte-salud.
Por un lado decía que ya no iba a volver a correr, que era bonito lo que había logrado, pero que había llegado, igual que le llega a todos los deportistas, la hora de la retirada, en mi caso motivada por las lesiones. Pero por otra parte había algo dentro de mi ser que me “obligaba” a seguir cuidándome, a hacer cientos de hora de rodillo y gimnasio que eran las únicas actividades que podía hacer, a cuidarme en las comidas, … a seguir “sintiéndome” atleta. Y es que yo, como el título que he elegido para este artículo, siento que “aún no he terminado”.
Por eso ahora, desde hace algunas semanas, he vuelto a correr. A seguir levantándome a las 6.15 de la mañana y comenzar mi entrenamiento antes de las 7, cuando aún no ha amanecido. Muchos dicen que estoy loco. Puede, pero soy un loco feliz, porque hago lo que me gusta. Locos quizás otros que tienen que estar aguantando una vida nada satisfactoria, a un jefe que les tiene amargados, a un horario estricto, a unos compañeros que no traga, …
Quiero volver a correr. Quiero volver a competir. Quiero ponerme la camiseta del club que con tanto orgullo he creado y que tantas satisfacciones me ha dado aún sin poder yo participar en ellas.
Todo ello no es sólo mérito de mi tenacidad, de mi orgullo. He reconocido que he pasado momentos muy malos, de profunda depresión, de amargo llanto. Pero los he ido superando gracias al apoyo de varias personas. Los fisioterapeutas que me han atendido han demostrado ser no sólo grandes profesionales, también grandes personas. No hay palabras de agradecimiento para Pedro Moreno en Cabra y para Rafa Castaño en Sevilla. Sin ellos hubiera sido imposible no digo correr, sino incluso andar con normalidad. Luego están las llamadas de muchos deportistas a los cuales tengo la fortuna no sólo de llevar su preparación, sino de mantener con ellos una amistad. No puedo citar a todos por temor a dejarme a alguno atrás pero tengo que dedicar una mención especial a Miguel Espinosa. Imposible tener más palabras de aliento y más apoyo tanto por su parte como por Tere. Podría escribir decenas de líneas expresando todo lo que ha hecho por mí pero mis palabras siempre quedarían cortas. Por eso lo mejor es decir que si es un “crack” como deportista, aún lo es más como persona.
Y para lo último, pero lo primero para mí, dejo a mi mujer y a mi hija. En la vida se toman muchas decisiones. Unas acertadas, otras no. Pero de lo que no me cabe duda alguna es que la que tomé cuando elegí a Araceli como compañera de mi vida es la mejor que he adaptado jamás. Ha demostrado por mí no sólo un amor infinito sino también una paciencia fuera de lo común. Por ella y por mi hija Lucía tengo que volver a correr. Y tengo que volver a dedicarle una victoria. Es lo mínimo que se puede hacer ¿no?
VICTOR SALAZAR BENITEZ
Por eso ahora, desde hace algunas semanas, he vuelto a correr. A seguir levantándome a las 6.15 de la mañana y comenzar mi entrenamiento antes de las 7, cuando aún no ha amanecido. Muchos dicen que estoy loco. Puede, pero soy un loco feliz, porque hago lo que me gusta. Locos quizás otros que tienen que estar aguantando una vida nada satisfactoria, a un jefe que les tiene amargados, a un horario estricto, a unos compañeros que no traga, …
Quiero volver a correr. Quiero volver a competir. Quiero ponerme la camiseta del club que con tanto orgullo he creado y que tantas satisfacciones me ha dado aún sin poder yo participar en ellas.
Todo ello no es sólo mérito de mi tenacidad, de mi orgullo. He reconocido que he pasado momentos muy malos, de profunda depresión, de amargo llanto. Pero los he ido superando gracias al apoyo de varias personas. Los fisioterapeutas que me han atendido han demostrado ser no sólo grandes profesionales, también grandes personas. No hay palabras de agradecimiento para Pedro Moreno en Cabra y para Rafa Castaño en Sevilla. Sin ellos hubiera sido imposible no digo correr, sino incluso andar con normalidad. Luego están las llamadas de muchos deportistas a los cuales tengo la fortuna no sólo de llevar su preparación, sino de mantener con ellos una amistad. No puedo citar a todos por temor a dejarme a alguno atrás pero tengo que dedicar una mención especial a Miguel Espinosa. Imposible tener más palabras de aliento y más apoyo tanto por su parte como por Tere. Podría escribir decenas de líneas expresando todo lo que ha hecho por mí pero mis palabras siempre quedarían cortas. Por eso lo mejor es decir que si es un “crack” como deportista, aún lo es más como persona.
Y para lo último, pero lo primero para mí, dejo a mi mujer y a mi hija. En la vida se toman muchas decisiones. Unas acertadas, otras no. Pero de lo que no me cabe duda alguna es que la que tomé cuando elegí a Araceli como compañera de mi vida es la mejor que he adaptado jamás. Ha demostrado por mí no sólo un amor infinito sino también una paciencia fuera de lo común. Por ella y por mi hija Lucía tengo que volver a correr. Y tengo que volver a dedicarle una victoria. Es lo mínimo que se puede hacer ¿no?
VICTOR SALAZAR BENITEZ
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